El Gran Manuel Villanueva

El Gran Manuel Villanueva

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El Gran Manuel Villanueva
« : Noviembre 14, 2016, 05:06:30 am »
Por: Arnold Tejeda Valencia

En el directorio musical de Colombia, el nombre de Manuel Villanueva apenas aparece referenciado como un músico que ejecutó la trompeta en la Orquesta de Pedro Laza y sus Pelayeros. Además, se dice, dirigió su propia orquesta, con la cual logró imponer algunos temas. Esta escueta información es la que se menciona en los medios, sobre todo en la radio.

Por donde se le mire, en nuestro país se le ha tratado de soslayo la magnífica Hoja de Vida que cultivó este músico nacido en Barranca Nueva, jurisdicción de Calamar, Departamento de Bolívar. El propósito del presente escrito no es el de presentar una biografía completa de su actividad artística, pues recopilar datos de 62 años como profesional de la música que fue, no es factible en un espacio tan limitado como el que tenemos en este órgano. Pero si podemos, sucintamente, hacer un recorrido por sus principales acciones artísticas para establecer lo injusto que hemos sido los colombianos con Manuel Villanueva por conocer, a medias, el trabajo altamente calificado que proyectó desde su juventud. Inicialmente como trompetista.

Y luego como compositor, arreglista y director de orquesta. En todos esos papeles musicales tuvo un comportamiento ejemplar, algo reconocido por sus colegas en estas lides, lo mismo que por los directores artísticos de las casas disqueras donde plasmó sus inquietudes musicales. Cuando Daniel Santos grabó 14 piezas en Discos Fuentes de Colombia en 1958, quedó impresionado por el buen nivel profesional de los músicos que lo acompañaron.

Y uno de ellos fue, precisamente, Manuel Villanueva, que se desempeñó como primera trompeta y arreglista, función ésta que compartió con Clímaco Sarmiento, otro músico colombiano de alto vuelo que logró alcanzar una considerable estatura artística.

En este mismo sentido, el cantante cubano Pepe Reyes, cuando estuvo por estos lares, fue muy puntual en reconocer las virtudes profesionales de este hijo de Barranca Nueva, tierra pródiga para los buenos trompetistas ya que allí también vio sus primeras luces el gran Pello Torres.




Sus inicios
En el hogar conformado por Manuel Villanueva (padre) y Justa Díaz, la música siempre estuvo
presente. La casa habitada por esta pareja en Barrancas del Rey, nombre con el también se conoce al corregimiento de Calamar mencionado atrás, era la sede de la Banda de los Villanueva, ya que el jefe de esta familia era su director y primera trompeta.

Agrupación de la que también sus hermanos Eliseo, Pedro y Juan hicieron parte. Tanto se identificaba esa familia con la música, que en casa de este director de banda los instrumentos se confundían con los sencillos muebles del hogar. El aroma musical que allí se respiraba fue inhalado por Julio y Manuel, hijos de Manuel y Justa. El primero se inclinó por el clarinete y  el segundo por la trompeta y el bombardino.

Eso sí, sus inquietudes iniciales por la música  las hicieron de manera clandestina, ya que el  progenitor que había alcanzado notoriedad en la región con su bien promocionada banda, no quería que sus hijos tomaran, a temprana edad, el camino del licor, ese profundo precipicio del que muchos no han podido salir por la maldita adicción que acarrea y, hablando claramente, punto de partida para otras adicciones mayores que tantos malestares ha provocado en el campo artístico. Ser músico era una actividad muy cercana al alcohol, lo que no quería el viejo Manuel para sus hijos. Pero este personaje, ya reconocido en el medio como animador de fiestas con su agrupación, se miró en su propio espejo.

 No podía quitarle a sus dos hijos el interés por aprender los secretos de la música, sobre todo al que poseía su mismo nombre, a quien observaba detenidamente y concluía que su porte era la de un músico por la forma como agarraba el bugle y lo llevaba a sus labios para hacerlo sonar, incipientemente, con buena compostura y elegancia, a sus 13 años. Presagiaba en este muchacho un buen músico. Y para lograr lo que él concebía de su hijo, le buscó un buen maestro, el mejor por esas tierras bañadas por el río Magdalena y el Canal del Dique: Rafael Medina, que en Pedraza, Departamento del Magdalena, se erigió como el más competente formador de formadores en este arte por la cantidad de alumnos que pasaron por sus manos y que, en un tiempo ajustado a sus condiciones docentes, alimentaron a las grandes orquestas de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena.

 En la academia de ese insigne maestro, el niño Manuel se encontró con otro aprendiz de la trompeta que hizo historia en la música popular del Caribe colombiano. Nos referimos a Edrulfo Polo, nacido en Salamina, Departamento del Magdalena, que en sus años de esplendoroso músico fue llamado “El Triata”,  por la forma picada que hacía sonar la trompeta en esos melódicos solos en las orquestas A Nº 1 y Los Pelayeros, ambas de Cartagena. Allí nació una linda amistad entre estos dos músicos colombianos. La lista es larga de los que pasaron por la academia del maestro Rafael  Medina, a quien nunca se le ha honrado con un trabajo que destaque sus altas cualidades docentes.

 Fueron 4 los años que Manuel Villanueva (hijo) estuvo bajo la batuta del maestro de Pedraza, tiempo en que el niño se convirtió en adolescente. Diestro en la trompeta y la teoría musical básica, ingresó orgullosamente a la Banda de los Villanueva, bajo la dirección de su padre. En 2 años de actividad musical en esta agrupación, fue llamado para integrar la  Banda Municipal de Calamar, uno de los puertos  importantes del río Magdalena en esa época, 1933.

 Debido al movimiento comercial y de transporte que esta arteria fluvial constituía en el país, se convirtió en un “músico barquero”, es decir, se enroló durante 6 años como músico de los más prestigiosos barcos que cubrían  la ruta entre Barranquilla y La Dorada, iniciándose desmedidamente en el licor y en la  conquista de las más bellas mujeres, que eran atraídas por sus llamativos ojos verdes, que contrastaban con su piel trigueña. En 1939 murió su padre en Barranca Nueva, un golpe anímico que le sirvió para ponerse al frente de la familia en las cuestiones jurídicas pertinentes a los bienes heredados y, de paso, para jurar ante su tumba que el licor no sería más el reino de sus afectos. Solucionados los efectos jurídicos anotados, en 1942 el joven Villanueva, con 27 años de edad, tomó rumbo a Barranquilla. En esta ciudad se matriculó en los cursos dictados por el maestro italiano Pedro Biava, teniendo como condiscípulos en ellos a los trompetistas Manuel Cervantes, Marcial Marchena y Rafael Valera, otros históricos de nuestra música popular.

El primero de los mencionados se convirtió en su compadre de sacramento ya que apadrinó a su hijo Óscar Villanueva, también músico como su padre y su abuelo paterno. Laboralmente, Manuel Villanueva estuvo vinculado, en su estadía de 4 años en Barranquilla, en las orquestas de Julio Lastra (Los Olímpicos), Ramón Ropaín y, algunas veces, haciendo turnos esporádicos en la Orquesta Emisora Atlántico Jazz Band, dirigida por el italiano Guido Perla. También en La Arenosa fue contratado por la Orquesta Rumba Habana, que procedía de Cuba, haciéndole la segunda trompeta al genial Nelson García, un cartagenero, se dice, de lo mejor con ese instrumento en esos años. Eran los tiempos esplendorosos de “El Jardín Águila”, el bailadero más popular con que contaba Barranquilla. Hecho un buen profesional de la música, Manuel Villanueva retorna a Cartagena. Allí hace parte de la Orquesta A Nº 1, donde se encontró con los trompetistas Edrulfo Polo y Joaquín Marrugo, este último el verdadero compositor del porro La vaca vieja.

El director de la Orquesta Melodía, Dámaso Tobinson, también solicitó sus servicios, pero lo que más le complació fue el haber pertenecido a la nómina de la Orquesta Emisora Fuentes, de la que hacían parte los buenos trompetistas Remberto “El Pollo” Sotomayor y Orlando Fortich, con quienes entabló una formidable y sólida amistad, la que le sirvió como punto de apoyo para organizar el Conjunto Miramar y la Orquesta Casino Colonial, agrupaciones con las que aprovechaba aquellos contratos en clubes sociales  y hoteles de categoría.

 En 1950, Manuel Villanueva se enrumba a la capital de la República. Una buena oferta de trabajo lo sedujo para establecerse en Bogotá. El pianista y director cienaguero Ramón Ropaín fue el causante, maestro con el cual ya había trabajado en Barranquilla. Como conseguirun trompetista de quilates en esa fría ciudad no era fácil, las ofertas se le multiplicaron a este músico bolivarense. Por esta circunstancia, hizo parte de la Orquesta de Pepe Reyes, aquel cantante cubano que encontró en nuestro país mucha receptividad, logrando presentarse en las más importantes plazas de Colombia, además de grabar muchos discos en los sellos Fuentes y Tropical, acompañado por Los Vallenatos Modernos, dirigidos por Clímaco Sarmiento, La Sonora Curro, al mando de Juancho Esquivel, y la Sonora del Caribe,  comandada por César Pompeyo.

Pero el maestro Edmundo Arias también estuvo por Bogotá con unos buenos contratos con su orquesta. Manuel Villanueva también se hizo presente ante el llamado que le hiciera  el famoso bajista y director vallecaucano, ante quien se lució con la trompeta y el bombardino,  reencontrándose con su compadre Manuel Cervantes y con su compañero de estudios en la Escuela de Bellas Artes de Barranquilla, el soledeño Marcial Marchena. Y en la Orquesta de Ramón Ropaín, compartió con otros insignes trompetistas colombianos: el carmero Miguelito Ospino y el malambero Rafael Valera.




De nuevo, Cartagena

Los hermanos Toño y Curro Fuentes hacen regresar al maestro Manuel Villanueva a La Heroica, ante la necesidad de tener a una figura capacitada en los arreglos y dirección orquestal para su sello disquero, ya que Clímaco Sarmiento y Juancho Esquivel, músicos de su confianza, no daban abasto ante el creciente y exigente trabajo para tener todo al día. Transcurría el año 1953. Inmediatamente fue nombrado en la dirección de la Sonora Curro, cargo que alternó con la de trompetista de la Orquesta de Pedro Laza y sus Pelayeros, institución con la que hizo muchas grabaciones, entre ellas las realizadas con el tremendo Daniel Santos. Con esta última agrupación, hizo conocer los temas de su autoría Te coge la perra, un bailable merecumbé que acentuó la alegría de las orquestas cartageneras cuando interpretaban este ritmo. Así mismo, con el chiquichá El güiro, en la voz de El Inquieto Anacobero, se percibió ese mismo mensaje de alegría. Pero el haber participado como primera trompeta en los elepés Navidad Negra (ST- FLP- 0014) y Rito Esclavo (FLP 0037), con los cuales se inició el sonido estéreo en Colombia, impulsado por Discos Fuentes, Manuel Villanueva consolidó su prestigio de excelente trompetista. En esos dos trabajos discográficos, la Orquesta de Pedro Laza y sus Pelayeros sonó con una categoría internacional. La Sonora Curro que dirigió el maestro Villanueva en sus grabaciones tenía el formato orquestal de una big band.
No era aquella de las dos trompetas y el ritmo dirigida por Antonio María Peñaloza. Como orquesta de estudio, sus impulsores le colocaban ese nombre a cuanta agrupación se les antojara. La Orquesta de Rufo Garrido también llevó del bulto en este lío de alto interés económico, pues en río revuelto las mayores ganancias fueron para los empresarios. El número de piezas pegadas por la Sonora Curro con la dirección de Manuel Villanueva fue inmenso. Dentro de ese repertorio grabado, el fandango Carnavaleando, de la autoría de Nelson Villar, todavía es programado en las carnestolendas de la región La voz de Crescencio Camacho fue la que quedó estampada en esos acetatos, brillando en muchos ellos la pluma creadora de este gran maestro de la música costeña, amén de su buena condición para los arreglos. Fueron inspiraciones suyas los siguientes títulos: En merecumbé, Morenita pa’ Navidad (fandango), Mírame a mí (chiquichá), La trocha (porro), Yo te cantaré (merecumbé), Vamos a la fiesta(macumba) y Muchachas del chiquichá. No podemos dejar de mencionar el éxito alcanzado por el fandango Markoté, dedicado al periodista Marco T. Barros Ariza por el compositor Antonio Saladén.
El trabajo de Manuel Villanueva en Discos Fuentes se amplió a otros grupos de estudio. Este es el caso de la Sonora Suprema, conjunto dirigido por Carlos Román. Ante la inmensa popularidad de Aníbal Velásquez en Discos Tropical, que vendía como pan caliente cuanta grabación hiciera, Discos Fuentes se ideó agregarle al conjunto de Román, que tenía como base el acordeón de Morgan Blanco, dos trompetas y piano. Manuel Villanueva y Ángel Mattos se encargaron de los metales y Lalo Orozco del teclado, reforzados ellos con los timbales de Clodomiro Montes, las congas de Enrique Bonfante y el bajo de Ricardo Agámez. Este conjunto entró pisando fuerte, eso sí, sin bajarle los humos a Aníbal Velásquez, que continuó siendo el Rey. Pero el aporte de la Sonora Suprema a la discografía del Caribe colombiano no puede pasar de agache. Si bien es cierto que con el piano de Lalo Orozco este conjunto no pasó a mayores, lo que se conoció como Sonora Vallenata, no podemos decir lo mismo cuando Manuel Villanueva tomó las riendas de este nuevo proyecto. Las guarachas Empújale la aguja, El lápiz, La cosquilla, La picazón y Ritmo candela se bailaron hasta la saciedad. ¿Y qué decir de la marcha jalá El desfile? La mente creativa de Carlos Román, autor de todas esas piezas, fue muy bien interpretada por el arreglista Manuel Villanueva. Otra vez este músico cumplió con los requerimientos exigidos. Cuando el acordeonero César Castro tuvo su propio conjunto, antes de integrar a los famosos Corraleros de Majagual, incursionó en las rancheras y corridos mexicanos. Para darle el mayor toque de originalidad a esas grabaciones, el acordeón y sus dos guitarras fueron acompañados por las trompetas de Manuel Villanueva y Ángel Mattos. De esta manera, los corridos El trovador vaquero y El rebelde, lo mismo que la ranchera Mala mujer, sonaron a la manera de un mariachi criollo, temas que alimentaron las noches de humo y licor de bares y cantinas de los estratos más bajos de pueblos y ciudades.

Eliseo Herrera y Joe Arroyo
 En 1958 Discos Tropical le permitió al maestro Manuel Villanueva disponer de sus estudios de grabación para su orquesta. Estando en esos pasos iniciales conoció en Cartagena a Eliseo Herrera, quien fungía de serenatero por el sector turístico de esa bella ciudad. Al gustarle su pimentoso estilo y agradable voz lo incluyó como cantante en sus próximas grabaciones en Barranquilla. Fueron 2 los temas grabados por El Rey del Trabalenguas: Silvia y La cachaca. Este último número fue el más popular, pero las cosas quedaron del tamaño inicial. Todos sabemos lo que pasó después con este brillante artista. En cuanto a Joe Arroyo, sus primeras grabaciones las hizo guiado por Manuel Villanueva al quedar impresionado con su potente y bien afinada voz cuando lo escuchó cantar como solista del coro del colegio adscrito al Seminario Santo Domingo, cuando este muchacho no había cumplido los 15 años. Fue en junio de 1970, cuando apareció en el mercado el elepé “Hasta la madrugada”, en el que Álvaro José Arroyo vocalizó el fandango El toro pando y los porros La económica, El cambio y Juancho Puerta. Para Emilio Fortou, dueño de Discos Tropical, lo mejor de la Orquesta de Manuel Villanueva en sus grabaciones con el sello que representaba estuvo en la gaita La estereofónica, del saxofonista y clarinetista Leopoldo Cogollo Tatis, músico integrante de esta importante big band.

 Además, en del Caribe colombiano también ha tenido mucha aceptación el fandango instrumental Palo negro, de este mismo compositor, lo mismo que el paseaíto Pueblito viejo, de Isaac Villanueva, quien no tiene ningún parentesco con el músico de Barranca Nueva.

A esta lista debemos agregarle el fandango La zambra y el porro Marcelino Marcelón, del citado compositor piojonero, sin dejar por fuera el paseaíto Cógele la punta y Jalaíto ABC, escritos por Manuel Villanueva.Todos estos temas aparecen en el elepé  “Ritmo de Fiesta” (LD 1416). 

Debemos hacer mención de otro trabajo importanterealizado por Manuel Villanueva y su Orquesta en Discos Tropical.

Se trata del elepé “Rocío” (LDE 2605), compartido con la Orquesta de Jesús Nuncira Machado. Allí aparecen, como los más escuchados, el paseaíto Pajarillo ruiseñor (Hernán Cortés) y los paseos Entrégale la rosa (Julián Pérez Carvajalino) y Rocío (J. Nuncira Machado). Esa misma casa disquera de Barranquilla le encomendó al bien fundamentado y polifacético músico bolivarense seleccionar las más importantes piezas del vastísimo folclor colombiano  para ser grabadas en el formato de la clásica banda pelayera. Con el elepé “Viva la Tambora” (LD 1434), inició esa titánica labor dedicada a la música andina de nuestro país.

Para la muestra de ese interesante trabajo les tenemos: Eres mi único amor (pasillo: Pedro  Biava), Al calor de tu afecto (pasillo: Carlos Vieco), Agáchate el sombrerito (bambuco: Jorge Áñez), Guabina del amor (Milcíades Garavito) y Cantores de mi tierra (bambuco: Cipriano Guerrero). Por haber tenido una alta aceptación entre el público colombiano y del exterior, sobre todo en Venezuela, Ecuador y Perú, Manuel Villanueva tuvo el camino expedito pará grabar otros trabajos con su Banda. En total, fueron 11 elepés más. La música costeña fue la más privilegiada en ellos. El contrato de exclusividad que lo ataba al sello mencionado, no fue óbice para que Manuel Villanueva aceptara otras propuestas sin que él apareciera, como es obvio.

La poderosa CBS le amplió su horizonte musical con una agrupación que pocos sabíamos que él había organizado y dirigido: Los Piratas de San Felipe,  grupo de estudio conformado por Armando Galán y Óscar Villanueva, en las trompetas; Rosendo Martínez, en el trombón y bombardino; “Chicho” Sarmiento, “El Flaco” Martínez y un señor de apellido Bohórquez, en los saxofones; Clodomiro Montes “Puerto Rico”, en los timbales; Montesinos, en las congas; Lalo Orozco, en el piano; Adriano Cairosa, en el  bajo. Los cantantes fueron Joe Hurtado, Felipe Sembergman “El Chombo” y Lucho Gómez. Los Piratas de San Felipe hicieron sonar – y aún suenan— La guapachosa (paseaíto: Isidro Velasco), Se rompió el paraguas (pachanga: Crescencio Camacho), El botellón (porro: Alfonso Piña), Fandanguero (fandango: Óscar Villanueva), La niña (gaita: Alfonso Piña) y Gavilán pata ripiá (porro: Alfonso Piña). Los dos primeros números son la carta de presentación de este combo, por tanto, ineludibles en la programación de la música del ayer.

Por último, en otro importante trabajo de la Orquesta de Manuel Villanueva en Discos Montilla, el elepé “Cumbia Sobre el Mar” (FM 5032), son incluidos unos cortes de mucha popularidad, bien bailados ellos a lo largo de todos estos años. Nos referimos a Carnaval de Brasil (chiquichá: Juan Effer) y las composiciones de este estupendo director y arreglista barranqueño: Macumba de la Reina, Morenita picante (merecumbé), Güi güi (merecumbé), La parranda de Villa, Doy el palo (Porro), La varita de chupachupa (fandango) y Macumba  al día. El 3 de febrero de 1995, cuando estaba pensionado por la Banda Departamental de Bolívar, falleció a la edad de 81 años, a causa de un derrame cerebral.

Por lo tratado en este comprimido artículo, Manuel Villanueva, como arreglista, compositor, instrumentista y director de orquesta, estuvo a la altura de los grandes maestros de la música tropical colombiana. Por eso fue grande entre los grandes. Ese es mi concepto, ¿usted qué dice?

Se dice que todas sus composiciones son de una abuela, la evidencia es que después de la muerte de su abuela, Escalona no volvió nunca más a componer algo que sirviera, la abuela le proporcionaba los temas y el tono y él se la chiflaba a su compadre poncho cotes

Re:El Gran Manuel Villanueva
« Respuesta #1 : Mayo 13, 2017, 05:52:58 pm »
Interesante reseña de Manuel Villanueva e integrantes de los Corraleros de Majagual...

A propósito del tema, ando en busca del nombre completo del maestro Manuel Villanueva así como el de Manuel Cervantes

Si alguien los conoce, agradezco me los puedan facilitar por este medio